RESEÑA PUBLICADA POR CANDELA AIANDA EN EL SITIO EL FIN DE IBERO 90.9
Después de una sutil advertencia en el Mysery is a Butterfly, Blonde Redhead dejó atrás sus acentuadas disonancias, para darle mayor presencia a melodías mucho más digeribles. Abandonaron aquellos armónicos apabullantes que le daban mucho sentido al nombre de la banda, y varios sufrimos ese duelo. En abril del 2007 salió a la luz la última entrega de los legítimos herederos del No Wave. Una tenista con cuatro piernas ecuestres es el centro de la portada del 23: la nueva referencia al caballo de Kazu Makino. El disco más pop de Blonde Redhead sabe diferente, sí, pero en esa nueva dulzura radica la seducción, provocación más cercana a la exploración en el clímax del juego que nace entre el tú y el yo.
De las estructuras musicales de los otros discos, aquella extraña constancia sigue presente, hipnótica, como cada uno de los estratos que habían hecho del sonido de Blonde Redhead una buena arqueología sonora. Para consuelo de muchos, la batería conserva su postura protagónica, apoyada en la repetición de una misma figura por parte de las cuerdas, y las voces, que producen en conjunto armonías jugosamente tensas.
En el 23 cada detalle, de cada canción, nace de la sencillez misma y de la relación casi barroca que los instrumentos entablan unos con otros. Tanto musical como líricamente, ese es el problema central en el disco: el otro, el que va y viene, retratado como en time lapses que resguardan ese diálogo que lo invita a permanecer. La figura de aquel otro dibuja la continuidad, como en un caleidoscopio en donde la misma forma te lleva al infinito; así, cada canción revela una posibilidad diferente, una figura más que nace de la misma base geométrica.
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1 comment:
hola!...
no encontraba tu reseña de este disco, ah, soy el tipejo del myspace (daniel). Esta muy buena sabes. Este disco esta en mi top 10 de este año, que luego te paso cuales son los otros 9.
sea esto tambien un buen pretexto pare decir:
Feliz año!
un abrazo doble!
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