February 22, 2008
February 17, 2008
February 01, 2008
Sintonicen ibero 90.9, sábado 10 am-12
En la Radio Pocajú Internacional, las siamesas Moma Nané y Candela Aianda, las sabias nodrizas de su majestad, el Marajá, dedican un homenaje al recién fallecido Andy Palacio (1960-2008), conocido como el James Brown de Belice. Escucharán música tradicional de las Honduras británicas y canciones de su último proyecto Wátina, firmado por la disquera Stonetree Records y difundido por Cumbancha.
Tracklist:
1. "Canto dugu", África en América (Corason), Grupo Folklórico Garifuna
2. "Nabi", Caribe! Caribe! (Putumayo), Andy Palacio
3. "Punta-rock", África en América(Corason), Andy Palacio
4. "Weyu larigi weyu" (Day by day), Wátina, Andy Palacio and the Youth Connection Band
5. "Sin precio", Wátina, Andy Palacio and the Youth Connection Band
6. "Ámuñengü" (In times to come), Wátina, Andy Palacio and the Youth Connection Band
www.stonetreerecords.com
www.myspace.com/andypalacio
www.myspace.com/lassiamesasdepocaju
Tracklist:
1. "Canto dugu", África en América (Corason), Grupo Folklórico Garifuna
2. "Nabi", Caribe! Caribe! (Putumayo), Andy Palacio
3. "Punta-rock", África en América(Corason), Andy Palacio
4. "Weyu larigi weyu" (Day by day), Wátina, Andy Palacio and the Youth Connection Band
5. "Sin precio", Wátina, Andy Palacio and the Youth Connection Band
6. "Ámuñengü" (In times to come), Wátina, Andy Palacio and the Youth Connection Band
www.stonetreerecords.com
www.myspace.com/andypalacio
www.myspace.com/lassiamesasdepocaju
January 29, 2008
January 24, 2008
lo último en lo que a siamesas se refiere
La nueva vida de dos siamesas separadas
Se recuperan y podrían volver a su país
Paula Gil, EFE
24 de Enero de 2008
PALO ALTO, California - Yurelia y Fiorella Rocha Arias, las siamesas costarricenses de dos años que nacieron unidas por el pecho y fueron separadas en un hospital californiano el pasado 12 de noviembre, ya caminan solas y podrían regresar a su casa muy pronto.
Aún prefieren dormir pegadas
Yurelia y Fiorella hoy siguen durmiendo pegadas la una la otra como tuvieron que hacer hasta su segundo cumpleaños, pero una vida independiente acaba de empezar para ellas tras ser separadas con éxito en un hospital californiano.
Parecía un milagro... Las pequeñas correteaban el pasado martes por los pasillos del Hospital Infantil Lucile Packard en Standford (California) ajenas al revuelo mediático, jugando y riendo con los periodistas pero sin querer separarse demasiado de su madre, María Elisabeth.
Entre lágrimas, María daba gracias a Dios, a los médicos, a su esposo José Luis, a los ciudadanos de Costa Rica y Nicaragua -país de dónde ambos proceden- y a la Organización Mending Kids, que organizó el traslado de las niñas a Estados Unidos y costeó transporte y alojamiento.
"Nunca perdí la fe de que fueran separadas", afirmó María, que añadió que confió en Dios para que "diera entendimiento a los doctores".
Aún no ha sido confirmado, pero María cree que podrían regresar a Costa Rica en febrero y dijo que lo único que quiere hacer cuando llegue allí es disfrutar de sus otros nueve hijos y de su marido Jose Luis.
"Simplemente, comenzar una nueva vida, pidiendo a todos que sigan apoyando al hospital y ayudando para que otros sueños se hagan realidad", relató María.
Con vestidos idénticos pero chaquetas de colores diferentes para poder distinguirlas, Fiorella y Yurelia demostraron esta semana que son dos niñas normales con muchas ganas de vivir.
Pocos podrían decir que el pasado 12 de noviembre superaron una complicada intervención quirúrgica de nueve horas de duración y con sólo un 50 por cierto de posibilidades de tener éxito.
Las pequeñas nacieron unidas en el pecho y el abdomen y situadas cara a cara, un tipo de unión que se conoce como toracoonfalópaga. Las pequeñas compartían el hígado y las aurículas derechas de sus corazones estaban conectadas.
Se recuperan y podrían volver a su país
Paula Gil, EFE
24 de Enero de 2008
PALO ALTO, California - Yurelia y Fiorella Rocha Arias, las siamesas costarricenses de dos años que nacieron unidas por el pecho y fueron separadas en un hospital californiano el pasado 12 de noviembre, ya caminan solas y podrían regresar a su casa muy pronto.
Aún prefieren dormir pegadas
Yurelia y Fiorella hoy siguen durmiendo pegadas la una la otra como tuvieron que hacer hasta su segundo cumpleaños, pero una vida independiente acaba de empezar para ellas tras ser separadas con éxito en un hospital californiano.
Parecía un milagro... Las pequeñas correteaban el pasado martes por los pasillos del Hospital Infantil Lucile Packard en Standford (California) ajenas al revuelo mediático, jugando y riendo con los periodistas pero sin querer separarse demasiado de su madre, María Elisabeth.
Entre lágrimas, María daba gracias a Dios, a los médicos, a su esposo José Luis, a los ciudadanos de Costa Rica y Nicaragua -país de dónde ambos proceden- y a la Organización Mending Kids, que organizó el traslado de las niñas a Estados Unidos y costeó transporte y alojamiento.
"Nunca perdí la fe de que fueran separadas", afirmó María, que añadió que confió en Dios para que "diera entendimiento a los doctores".
Aún no ha sido confirmado, pero María cree que podrían regresar a Costa Rica en febrero y dijo que lo único que quiere hacer cuando llegue allí es disfrutar de sus otros nueve hijos y de su marido Jose Luis.
"Simplemente, comenzar una nueva vida, pidiendo a todos que sigan apoyando al hospital y ayudando para que otros sueños se hagan realidad", relató María.
Con vestidos idénticos pero chaquetas de colores diferentes para poder distinguirlas, Fiorella y Yurelia demostraron esta semana que son dos niñas normales con muchas ganas de vivir.
Pocos podrían decir que el pasado 12 de noviembre superaron una complicada intervención quirúrgica de nueve horas de duración y con sólo un 50 por cierto de posibilidades de tener éxito.
Las pequeñas nacieron unidas en el pecho y el abdomen y situadas cara a cara, un tipo de unión que se conoce como toracoonfalópaga. Las pequeñas compartían el hígado y las aurículas derechas de sus corazones estaban conectadas.
January 03, 2008
Entre acordeones y pacas
Territorio Sonoro es publicado todos los sábados en El Universal.
¿Quién es tu jefe?
-Yo no sé cantar.
La banda del carro rojo
Antes de morir, la primera memoria de Sergio Gómez y José Luis Aquino fue torturada con la pregunta: ¿quién es tu jefe? No se sabe si cantaron.
Los crímenes en la escena musical popular han existido siempre [Selena, Peter Tosh y Tupac Shakur], pero, en las últimas semanas, se ha focalizado la atención en las muertes de Zayda Peña, Sergio Gómez y José Luis Aquino por su simultaneidad [30 de noviembre, 2 y 5 de diciembre] y el manejo mediático-lacrimógeno que, en primetime, el show business les ha dado.
Sus finales fueron tensos. A los hombres les magullaron los genitales y luego les asfixiaron, mientras que la mujer, como una bestia, fue rematada por dos sicarios dentro del hospital donde era atendida. Se ha dicho que el oficio del grupero está amenazado y casi por automático se le relaciona con el narcotráfico; por ello, los recientes homicidios se han manejado como venganzas asociadas al leitmotiv sonoro de los fallecidos; sin embargo, ni K-Paz ni Los Conde interpretan narcocorridos, mucho menos Zayda Peña y los Culpables: tocan baladas románticas a ritmo de pasito duranguense o tex-mex. Entre los que sí saben cantar narcocorridos están los Tigres del Norte, Beto Quintanilla, cuyas canciones abanderan videos del Cártel del Golfo en YouTube; Los Tucanes de Tijuana, que cantan a los Arellano Félix [“El papá de los pollitos”]; Valentín Elizalde, que compuso para el Cártel de Juárez [“El Rodolfillo”]; también Lupillo Rivera [“Un narco y dos federales”], Banda los Porteños [“La fuga del Chapo”], Los Parientes [“Tierra de Jefes”], Los Periqueños de Sinaloa [“Los cinco gallos”], Grupo Cártel [“Oficio pistolero”], El Tigrillo Palma [“Los chiquinarcos”] y más.
En YouTube, las bandas ayudan al común a decodificar su pensamiento genérico, configurado a partir de la taxonomía de la familia Phasianidae [de los gallos], con la que sus altos mandos se identifican; ahí, los cárteles se jalonean las crestas y cananas y ridiculizan al resto llamándoles ‘pollitos’ [“Muchos pollos que apenas nacieron,/ya se quieren pelear con el gallo…”]. Así, la música vocal del narco burla el fuego, se mofa de los caídos y se la canta a los contrarios. También hay tradiciones en las estratagemas. Desde antaño, los pueblos que conquistaban a otros les enunciaban sus opciones y derechos; si se resistían, se desenvainaban las espadas, nunca antes —esto ejemplifica la trascendencia del diálogo en el enfrentamiento—; del mismo modo, el narco utiliza la música para tatuar la memoria y advertir: es su emblema de poder, y ya ante la no-alineación, vienen los ataques por la espalda.
El narco se ha estructurado al grado tal que cuenta con su intelligentsia y, no cabe duda, alguno de los ataques a músicos populares fue su producto creativo, lo mismo que el desmedido éxito en ventas de otros tantos. Sin embargo, el auge del narcocorrido no sólo está impulsado por dinero lavado, la fórmula poética del corrido corre por la savia de la lírica popular y no es exclusiva de arquetipos o zonas geográficas, aunque dicen que “para canciones el sur, para corridos el norte”.
El corrido —basado en romances burlescos— versa sobre antihéroes y tiene por desenlace un sacrificio, la traición o la muerte; mientras que el narcocorrido remarca quién detenta el poder y por qué: alaba a capos, aunque hay juglares old school que —a modo de narradores testigos— se limitan a ser cronistas de sucesos (como Paulino Vargas, Julián Garza o Teodoro Bello), sin manifestar animadversiones o empatías. Si el subgénero gusta tanto es porque retrata realidades nacionales con las que la gente, más que por bailar, se identifica: el performance del narco engulle a todos y para muchos ha sido el escape de la pobreza, muy a pesar de la violencia.
Hoy la escena musical cuenta con mártires, altares y leyendas [Malverde, Chalino Sánchez, Valentín Elizalde, Javier Morales, Banda Fugaz], mientras las autoridades-gallo alternan entre Ventaneando y La Oreja y nos cantan los muertos que, a manos del crimen organizado, suman 2000 este año, según reportan fuentes periodísticas.
Zazil Collins momalina@gmail.com colabora en “Pocajú”, el programa de rara flora y fauna musical de Ibero 90.9, que se transmite cada sábado a las 10 a.m. Da vida a la siamesa Moma Nané, la única en el mundo que vive unida al dedo meñique de Candela Aianda, su hermana.
¿Quién es tu jefe?
-Yo no sé cantar.
La banda del carro rojo
Antes de morir, la primera memoria de Sergio Gómez y José Luis Aquino fue torturada con la pregunta: ¿quién es tu jefe? No se sabe si cantaron.
Los crímenes en la escena musical popular han existido siempre [Selena, Peter Tosh y Tupac Shakur], pero, en las últimas semanas, se ha focalizado la atención en las muertes de Zayda Peña, Sergio Gómez y José Luis Aquino por su simultaneidad [30 de noviembre, 2 y 5 de diciembre] y el manejo mediático-lacrimógeno que, en primetime, el show business les ha dado.
Sus finales fueron tensos. A los hombres les magullaron los genitales y luego les asfixiaron, mientras que la mujer, como una bestia, fue rematada por dos sicarios dentro del hospital donde era atendida. Se ha dicho que el oficio del grupero está amenazado y casi por automático se le relaciona con el narcotráfico; por ello, los recientes homicidios se han manejado como venganzas asociadas al leitmotiv sonoro de los fallecidos; sin embargo, ni K-Paz ni Los Conde interpretan narcocorridos, mucho menos Zayda Peña y los Culpables: tocan baladas románticas a ritmo de pasito duranguense o tex-mex. Entre los que sí saben cantar narcocorridos están los Tigres del Norte, Beto Quintanilla, cuyas canciones abanderan videos del Cártel del Golfo en YouTube; Los Tucanes de Tijuana, que cantan a los Arellano Félix [“El papá de los pollitos”]; Valentín Elizalde, que compuso para el Cártel de Juárez [“El Rodolfillo”]; también Lupillo Rivera [“Un narco y dos federales”], Banda los Porteños [“La fuga del Chapo”], Los Parientes [“Tierra de Jefes”], Los Periqueños de Sinaloa [“Los cinco gallos”], Grupo Cártel [“Oficio pistolero”], El Tigrillo Palma [“Los chiquinarcos”] y más.
En YouTube, las bandas ayudan al común a decodificar su pensamiento genérico, configurado a partir de la taxonomía de la familia Phasianidae [de los gallos], con la que sus altos mandos se identifican; ahí, los cárteles se jalonean las crestas y cananas y ridiculizan al resto llamándoles ‘pollitos’ [“Muchos pollos que apenas nacieron,/ya se quieren pelear con el gallo…”]. Así, la música vocal del narco burla el fuego, se mofa de los caídos y se la canta a los contrarios. También hay tradiciones en las estratagemas. Desde antaño, los pueblos que conquistaban a otros les enunciaban sus opciones y derechos; si se resistían, se desenvainaban las espadas, nunca antes —esto ejemplifica la trascendencia del diálogo en el enfrentamiento—; del mismo modo, el narco utiliza la música para tatuar la memoria y advertir: es su emblema de poder, y ya ante la no-alineación, vienen los ataques por la espalda.
El narco se ha estructurado al grado tal que cuenta con su intelligentsia y, no cabe duda, alguno de los ataques a músicos populares fue su producto creativo, lo mismo que el desmedido éxito en ventas de otros tantos. Sin embargo, el auge del narcocorrido no sólo está impulsado por dinero lavado, la fórmula poética del corrido corre por la savia de la lírica popular y no es exclusiva de arquetipos o zonas geográficas, aunque dicen que “para canciones el sur, para corridos el norte”.
El corrido —basado en romances burlescos— versa sobre antihéroes y tiene por desenlace un sacrificio, la traición o la muerte; mientras que el narcocorrido remarca quién detenta el poder y por qué: alaba a capos, aunque hay juglares old school que —a modo de narradores testigos— se limitan a ser cronistas de sucesos (como Paulino Vargas, Julián Garza o Teodoro Bello), sin manifestar animadversiones o empatías. Si el subgénero gusta tanto es porque retrata realidades nacionales con las que la gente, más que por bailar, se identifica: el performance del narco engulle a todos y para muchos ha sido el escape de la pobreza, muy a pesar de la violencia.
Hoy la escena musical cuenta con mártires, altares y leyendas [Malverde, Chalino Sánchez, Valentín Elizalde, Javier Morales, Banda Fugaz], mientras las autoridades-gallo alternan entre Ventaneando y La Oreja y nos cantan los muertos que, a manos del crimen organizado, suman 2000 este año, según reportan fuentes periodísticas.
Zazil Collins momalina@gmail.com colabora en “Pocajú”, el programa de rara flora y fauna musical de Ibero 90.9, que se transmite cada sábado a las 10 a.m. Da vida a la siamesa Moma Nané, la única en el mundo que vive unida al dedo meñique de Candela Aianda, su hermana.
December 21, 2007
Top Rankin presenta: 23, de Blonde Redhead, música para tocarse, tocar y ser tocado.
RESEÑA PUBLICADA POR CANDELA AIANDA EN EL SITIO EL FIN DE IBERO 90.9
Después de una sutil advertencia en el Mysery is a Butterfly, Blonde Redhead dejó atrás sus acentuadas disonancias, para darle mayor presencia a melodías mucho más digeribles. Abandonaron aquellos armónicos apabullantes que le daban mucho sentido al nombre de la banda, y varios sufrimos ese duelo. En abril del 2007 salió a la luz la última entrega de los legítimos herederos del No Wave. Una tenista con cuatro piernas ecuestres es el centro de la portada del 23: la nueva referencia al caballo de Kazu Makino. El disco más pop de Blonde Redhead sabe diferente, sí, pero en esa nueva dulzura radica la seducción, provocación más cercana a la exploración en el clímax del juego que nace entre el tú y el yo.
De las estructuras musicales de los otros discos, aquella extraña constancia sigue presente, hipnótica, como cada uno de los estratos que habían hecho del sonido de Blonde Redhead una buena arqueología sonora. Para consuelo de muchos, la batería conserva su postura protagónica, apoyada en la repetición de una misma figura por parte de las cuerdas, y las voces, que producen en conjunto armonías jugosamente tensas.
En el 23 cada detalle, de cada canción, nace de la sencillez misma y de la relación casi barroca que los instrumentos entablan unos con otros. Tanto musical como líricamente, ese es el problema central en el disco: el otro, el que va y viene, retratado como en time lapses que resguardan ese diálogo que lo invita a permanecer. La figura de aquel otro dibuja la continuidad, como en un caleidoscopio en donde la misma forma te lleva al infinito; así, cada canción revela una posibilidad diferente, una figura más que nace de la misma base geométrica.
Después de una sutil advertencia en el Mysery is a Butterfly, Blonde Redhead dejó atrás sus acentuadas disonancias, para darle mayor presencia a melodías mucho más digeribles. Abandonaron aquellos armónicos apabullantes que le daban mucho sentido al nombre de la banda, y varios sufrimos ese duelo. En abril del 2007 salió a la luz la última entrega de los legítimos herederos del No Wave. Una tenista con cuatro piernas ecuestres es el centro de la portada del 23: la nueva referencia al caballo de Kazu Makino. El disco más pop de Blonde Redhead sabe diferente, sí, pero en esa nueva dulzura radica la seducción, provocación más cercana a la exploración en el clímax del juego que nace entre el tú y el yo.
De las estructuras musicales de los otros discos, aquella extraña constancia sigue presente, hipnótica, como cada uno de los estratos que habían hecho del sonido de Blonde Redhead una buena arqueología sonora. Para consuelo de muchos, la batería conserva su postura protagónica, apoyada en la repetición de una misma figura por parte de las cuerdas, y las voces, que producen en conjunto armonías jugosamente tensas.
En el 23 cada detalle, de cada canción, nace de la sencillez misma y de la relación casi barroca que los instrumentos entablan unos con otros. Tanto musical como líricamente, ese es el problema central en el disco: el otro, el que va y viene, retratado como en time lapses que resguardan ese diálogo que lo invita a permanecer. La figura de aquel otro dibuja la continuidad, como en un caleidoscopio en donde la misma forma te lleva al infinito; así, cada canción revela una posibilidad diferente, una figura más que nace de la misma base geométrica.
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